Transfusión social,
gentrificación,
fachadas renovadas,
vetusto gueto,
atolladero preñado de zozobra,
desaliento enraizado en cada grieta
amamantado por la contaminación
que reina en el ambiente.
La naturaleza esclavizada, violada y vestida
de concreto agoniza muerta en vida.
El futuro asmático pálido languidece.
Maria Fischinger
Chicago,2009
lunes, 20 de abril de 2009
Descubre lo real
"El futuro asmático pálido languidece"
María Fischinger
Descorre la persiana del alma,
verás en qué hemos convertido el futuro.
No te afanes en buscar arreicos atajos,
la esperanza agoniza a la vera de olvidados senderos.
No llenes la boca de insulsas palabras salvadoras,
arcaísmos inútiles de muertas lenguas.
Desnuda la carne que cubre los huesos
sentirás el gemido de las médulas ante la realidad.
Llena los pulmones del aire contaminante,
el que tu mismo intoxicas
con la hipocrecía del "Ser humano"
Liliana 2009
María Fischinger
Descorre la persiana del alma,
verás en qué hemos convertido el futuro.
No te afanes en buscar arreicos atajos,
la esperanza agoniza a la vera de olvidados senderos.
No llenes la boca de insulsas palabras salvadoras,
arcaísmos inútiles de muertas lenguas.
Desnuda la carne que cubre los huesos
sentirás el gemido de las médulas ante la realidad.
Llena los pulmones del aire contaminante,
el que tu mismo intoxicas
con la hipocrecía del "Ser humano"
Liliana 2009
sábado, 18 de abril de 2009
Encuesta
Agradecida por un momento lleno de paz, prendí la televisión y decidí ver el primer programa que sintonizara. El teléfono sonó y sintiéndome indulgente decidí responderlo.
- Buenas noches, ha hemos elegido para participar en una encuesta, dijo la voz de una mujer que seguramente nació en la clase media de USA.
- Bueno, respondí rompiendo mi patron de comportamiento,nunca participo en encuestas, esta seria la primera vez.
- ¿Me puede decir si se considera Ud. Hispana?
- Yo, me considero miembro de la raza humana.
- Eso es obvio ¿De que grupo racial es Ud.? respondió un poco irritada.
- Soy miembro de la raza humana no tengo un ápice de raza marciana ni tampoco nada de la bobina ni canina.
- No, no quiero esa respuesta. ¿Dígame de que raza es Ud.? La voz estaba mucho más exasperada
- Le voy a contestar como he contestado esa pregunta en toda forma que me la pregunta. Siempre marco otro y luego pongo raza humana, así que hoy no voy a contestar de otra manera.
Un sonido seco me indico que había sacado de sus casillas a la pobre mujer y yo me quede sin participar en una encuesta.
@Maria Fischinger, 2009
- Buenas noches, ha hemos elegido para participar en una encuesta, dijo la voz de una mujer que seguramente nació en la clase media de USA.
- Bueno, respondí rompiendo mi patron de comportamiento,nunca participo en encuestas, esta seria la primera vez.
- ¿Me puede decir si se considera Ud. Hispana?
- Yo, me considero miembro de la raza humana.
- Eso es obvio ¿De que grupo racial es Ud.? respondió un poco irritada.
- Soy miembro de la raza humana no tengo un ápice de raza marciana ni tampoco nada de la bobina ni canina.
- No, no quiero esa respuesta. ¿Dígame de que raza es Ud.? La voz estaba mucho más exasperada
- Le voy a contestar como he contestado esa pregunta en toda forma que me la pregunta. Siempre marco otro y luego pongo raza humana, así que hoy no voy a contestar de otra manera.
Un sonido seco me indico que había sacado de sus casillas a la pobre mujer y yo me quede sin participar en una encuesta.
@Maria Fischinger, 2009
lunes, 30 de marzo de 2009
En Puno...

Cholita puneña soy.
Yo vengo de tierra colla.
Nací en la sierra,
allí, donde el lago
Titicaca engendra vida
y las azules aguas
acarician el cielo.
Alli, donde el dios Inti
mando a Manco Capac, Inca,
junto con su hermana y esposa
Mama Ocllo, su coya,
con la orden de fundar un imperio
de hermandad y amor.
All, donde se mesclan
dos culturas.
Allí, en Puno, es donde nací
Haiku y dos eptasílabos
viernes, 20 de marzo de 2009
De amores

Genuinos sentimientos que unifican
dos almas que caminan por la vida,
emociones puras que enaltecen
perfumando sus vidas de esperanzas
y promesas de nuevas realidades.
Brioso fuego de pasión que guía
a través de los playas del deleite.
Dejando sus almas sensibles y vulnerables
a la mezquindad y el egoísmo.
Silenciosamente el amor se va extinguiendo
y la pasión que impulsaba la caricia
se transforma en la mano vengativa.
Muerto el amor que unió esas almas
sepultado bajo una avalancha
de recriminaciones y reproches.
El invierno de la indiferencia se establece
congelando las aspiraciones y los sueños.
Maria D. Fischinger
jueves, 19 de marzo de 2009
Eres
Es más fácil conocer diez volúmenes de principios filosóficos que poner en práctica uno solo de estos principios.
León Tolstoi, escritor ruso (1828-1910)
Un pensamiento
……………..más otro pensamiento
…..no suman
…………………..se anulan
…...se confunden
se desmienten
…………que si somos
o no somos ...
….. esclavos
...........o libres,
.............. sirvientes
....................... o señores
SI
….eres
………seremos
o si nunca fuimos
………. todo importa tan solo...
..........................................un carajo.
…Trabaja
………………disfruta
…………………………….!ERES!
...................VIVE
que no seras
............... no importaras…
todo pasa
................... nada queda
DISFRUTA MIENTRAS ERES.
Maria Fischinger -2009
lunes, 16 de marzo de 2009
¿Te acuerdas, papá?
A mi padre: Dr. Adrian Cáceres Olazo

Visite hoy tus rosas
allá en tu lejana quinta…
Los manzanos lucían sus azares
cual novias al pie del altar.
Trepe los frondosos ciruelos
traídos de tierras lejanas y
quise formar un ramillete de
lirios, dalias, margaritas y alelíes
que florecían por doquier
para llevarlos al altar del niño Dios,
como lo hacíamos ayer.
¿Te acuerdas que decías:
“Las plantas son muy agradecidas
si les das un poco de atención
te responde con abundantes flores y frutas”?.
Pase cerca de las alcachofas
estaban todavía inmaduras.
Me senté cerca del manantial que corría cantarín
irrigando la tierra anteriormente infértil
en la inhóspita meseta del Collao.
¡Con que empeño creaste tu pequeño vergel!
Hoy lo busco sin encontrarlo
y tú …
¿Dónde te fuiste?
te llamo,
te busco …
y no respondes..
Maria F @2009

Visite hoy tus rosas
allá en tu lejana quinta…
Los manzanos lucían sus azares
cual novias al pie del altar.
Trepe los frondosos ciruelos
traídos de tierras lejanas y
quise formar un ramillete de
lirios, dalias, margaritas y alelíes
que florecían por doquier
para llevarlos al altar del niño Dios,
como lo hacíamos ayer.
¿Te acuerdas que decías:
“Las plantas son muy agradecidas
si les das un poco de atención
te responde con abundantes flores y frutas”?.
Pase cerca de las alcachofas
estaban todavía inmaduras.
Me senté cerca del manantial que corría cantarín
irrigando la tierra anteriormente infértil
en la inhóspita meseta del Collao.
¡Con que empeño creaste tu pequeño vergel!
Hoy lo busco sin encontrarlo
y tú …
¿Dónde te fuiste?
te llamo,
te busco …
y no respondes..
Maria F @2009

jueves, 19 de febrero de 2009
Mide
Mide tu comida
.... Mide tu bebida
............. Mide tu peso ...
Mide…
.... mide …
............ mide…
Mide tus palabras...
..........Mide tus sonrisas...
...................... Mide tu enojo...
Mide…
...........mide …
......................mide …
.....M
.......... ...i
...................... d
.............................. e
............ ......... ......... ...Hasta que no quede nada de ti…
Maria Fischinger @ 2007
.... Mide tu bebida
............. Mide tu peso ...
Mide…
.... mide …
............ mide…
Mide tus palabras...
..........Mide tus sonrisas...
...................... Mide tu enojo...
Mide…
...........mide …
......................mide …
.....M
.......... ...i
...................... d
.............................. e
............ ......... ......... ...Hasta que no quede nada de ti…
Maria Fischinger @ 2007
domingo, 8 de febrero de 2009
El Barba Azul Aymará
En una tarde asoleada en la fría amarillenta puna que se extiende sobre la meseta del Altiplano puneño, Marcela, una joven aymará cantaba un huayño mientras con sus manos expandía y estiraba la lana para luego enroscarla en su rueca que con manos expertas hacia girar rápidamente.
Sus múltiples polleras oscilaban con cada uno de sus pasos. Con la primera pollera había formado un bolsillo enorme donde cargaba la lana que hilaba. Marcela a sus 25 años ya era considerada una solterona en su comunidad.
Los terrenos estaban recién sembrados y ella debería de cuidar los sembríos hasta el tiempo de dar tierra a las matas, entonces los miembros del ayllu se juntarían. Esos tiempos de trabajo, eran tiempos de alegría y fiesta. La comunidad compartía las labores del campo en las que se seguían usando la raucana y la chaquitaclla tal como lo hicieron los abuelos y los padres de los abuelos además del arado.
Al pasar por uno de corral Marcela tropezó con un niño de nueve años que estaba sentado descansando con la espalda recostada en la pared. Marcela lo miro con cuidado. La ropa sucia y empolvada denunciaba que había caminado mucho y dormido en la intemperie.
-¿Qué haces aquí?
- Estoy de paso- respondió el niño sin ponerse nervioso ya que parecía no importarle el no tener permiso para estar allí.
-¿Dónde están tus padres?
- No tengo padre ni madre, soy huérfano y ando buscando trabajo.
- ¿Cómo te llamas?
- Anselmo
-Quédate conmigo, yo también estoy sola en el mundo al igual que tú, yo seré tu madre y tú mi hijo y así seremos una familia pequeña y nos ayudaremos mutuamente.
Anselmo, después de pensar un momento, aceptó. Con el paso de los años la relación entre Anselmo y Marcela cambió en la intimidad pero siguieron manteniendo la apariencia de ser madre e hijo adoptivo.
Los años fueron dejando su marca en el cuerpo de Marcela mientras que el muchacho gozaba de la lozanía de su juventud.
Durante una estación de cosecha Anselmo no pudo dejar de mirar a Micaela. e insistió en que ella fuese la que recogiera las papas que él iba desenterrando.
Unos días después cuando Marcela extendió la manta y sacó el charqui, la tunta, la papa y mezcló el chaco con un poco de agua. Anselmo estaba cabizbajo pensativo sin querer probar bocado.
-Marcela, tú siempre serás alguien muy especial en mi vida, pero, yo he pensado que debo de seguir mi camino.
-Recuerda, yo soy tu mamá y tú eres mi hijo.
-Me apena decirte esto pero la Micaela me gusta, quiero pedirla en sirvinacuy; quiero empezar una familia. Me gustaría tener hijos y tú no puedes tenerlos.
Marcela entendió que Anselmo quería un hogar, deseaba un hijo que ella no le había podido dar. Entendió que era el momento de actuar como una madre comprensiva y no como la mujer despechada. No quería perderlo. Nunca lo había visto así, tan enamorado.
-El próximo domingo iremos a pedir a la Micaela. Llevaremos unas libras de hojas coca y una caja de cerveza y tú escoge un becerrito y una ovejita que les ofreceremos a sus padres. Diremos que deseamos s respetar las costumbres de nuestros ancestros y ella tendrá que venir vivir con nosotros.
Marcela y Anselmo fueron a pedir la mano de Micaela tal como habían planeado. A Micaela también le gustaba el Anselmo y aceptó el compromiso.
Los jóvenes se amaban, congeniaban y comprendían. Después de unas semanas Micaela anunció que estaba esperando un hijo. Anselmo desde ese momento parecía caminar en las nubes y se esmeraba en cuidar y mimar a la futura madre de su hijo.
Faltando poco para que naciera el bebé Marcela anunció que necesitaban vender algunos de los productos de su cosecha para poder adquirir lo que necesitaban para el bebé. Anselmo debería ir solo al mercado.
El domingo indicado, después de almorzar muy temprano, Marcela se encargó de preparar el coccahue para Anselmo, mientras que la pareja colocaba las cargas sobre las llamas y los burros entre bromas y juegos.
-No tardaré mucho -dijo Anselmo y salió arreando los animales; lo vieron perderse en el horizonte.
Micaela se fue a pastear el ganado y al regresar, escuchó que Marcela la llamaba al dormitorio.
- Micaela, hija te necesito, ven.
Cuando Micaela entró en el cuarto, Marcela comenzó a golpearla con una pala.
- Mala mujer, me has quitado mi marido, eres una mujer fácil.-le gritaba. Micaela por su avanzado estado de gravidez no podía defenderse ni correr de su atacante y pronto quedó inconsciente.
Marcela no paró hasta asegurarse de que estaba muerta.
Con la misma pala empezó a cavar una fosa cerca de los pies de la cama hecha de piedras y barro al estilo de los ancestros. La tarea era ardua, la fosa debía ser profunda o los perros desenterrarían el cuerpo.
Cuando estuvo satisfecha de la profundidad del hoyo comenzó a arrastrar el cuerpo de Micaela; estaba tan absorta en su labor que no vio llegar a Anselmo el que dio un grito de dolor y, sollozante corrió abrazar el cuerpo de Micaela.
-¡Qué has hecho con mi Micaela!
-Ella me robó mi marido- contestó Marcela con toda frialdad.
-No puedo denunciarte, tú me has ayudado cuando yo no tenía a nadie- sollozaba Anselmo viendo que no podía devolverle la vida a su amada. Resignado ayudó a enterrarla.
Con el paso de los días el dolor de la perdida fue disminuyendo y reanudó su relación de pareja con Marcela. Para explicar la ausencia de la joven esposa dejaron correr el rumor de que Micaela se había escapado a Bolivia con un amante.
Anselmo volvió a fijarse en Juanita otra joven muchacha a la que pidieron en sirvinacuy. Juanita y Anselmo no congeniaron y pronto comenzaron a discutir. Anselmo se cansó de las peleas y las discusiones y pidió ayuda a Marcela para solucionar esta situación.
Anselmo se escondió en el dormitorio y Marcela llamó a Juanita al cuarto. Cuando Juanita entró, Anselmo la golpeó en la cabeza y ambos continuaron golpeándola hasta asegurarse de que estaba sin vida; esperaron la noche para enterrarla en el corral, así los vecinos cercanos no los podrían ver mientras cavaban la fosa.
Llegaron unos años de sequía y los miembros del ayllu comenzaron a sentir los estragos de la escasez de sus cosechas. Los curacas se juntaron y preguntaron a las hojas coca, a los anchanchos la razón de la sequía. La respuesta fue que un miembro del grupo había cometido varios crímenes que no habían sido castigados por la ley de los hombres. Fueron descartando uno por uno todos los integrantes del ayllu hasta llegar a Marcela y Anselmo; les pareció insólita la cantidad de esposas que él había tenido en sirvinacuy y que habían desaparecido sin ningún rastro.
La explicación que ambos daban ya no les parecía aceptable y nadie se acordaba haber visto por sus tierras a hombres extraños en camino hacia Bolivia.
Los curacas pidieron una investigación legal. Al excavar los terrenos de la propiedad de Marcela se encontraron veinte cuerpos en diferentes estados de descomposición.
Marcela durante el juicio insistía entre sollozos que ella era la única culpable y que Anselmo era inocente de todo y suplicaba compasión para su hijo adoptivo.
-Esa mujer es la que ha hecho todo, yo no sé nada de lo que pasó a esas mujeres. Esa vieja es celosa y no quiere que me vaya. Yo no sé nada -insistía Anselmo sin inmutarse.
Se le pidió a Marcela, una frágil y delgada anciana que jalara un costal de papas con el peso equivalente a un cadáver y no pudo moverlo del sitio.
-¿Qué haces cuando quieres mover un bulto como ese? tú no puedes moverlo- le preguntó el Fiscal
-Yo tengo que llamar a mi hijo para que lo mueva- respondió Marcela.
Marcela y Anselmo fueron condenados a prisión perpetua.
Maria Fischinger
Del libro debajo del sol y la luna
Sus múltiples polleras oscilaban con cada uno de sus pasos. Con la primera pollera había formado un bolsillo enorme donde cargaba la lana que hilaba. Marcela a sus 25 años ya era considerada una solterona en su comunidad.
Los terrenos estaban recién sembrados y ella debería de cuidar los sembríos hasta el tiempo de dar tierra a las matas, entonces los miembros del ayllu se juntarían. Esos tiempos de trabajo, eran tiempos de alegría y fiesta. La comunidad compartía las labores del campo en las que se seguían usando la raucana y la chaquitaclla tal como lo hicieron los abuelos y los padres de los abuelos además del arado.
Al pasar por uno de corral Marcela tropezó con un niño de nueve años que estaba sentado descansando con la espalda recostada en la pared. Marcela lo miro con cuidado. La ropa sucia y empolvada denunciaba que había caminado mucho y dormido en la intemperie.
-¿Qué haces aquí?
- Estoy de paso- respondió el niño sin ponerse nervioso ya que parecía no importarle el no tener permiso para estar allí.
-¿Dónde están tus padres?
- No tengo padre ni madre, soy huérfano y ando buscando trabajo.
- ¿Cómo te llamas?
- Anselmo
-Quédate conmigo, yo también estoy sola en el mundo al igual que tú, yo seré tu madre y tú mi hijo y así seremos una familia pequeña y nos ayudaremos mutuamente.
Anselmo, después de pensar un momento, aceptó. Con el paso de los años la relación entre Anselmo y Marcela cambió en la intimidad pero siguieron manteniendo la apariencia de ser madre e hijo adoptivo.
Los años fueron dejando su marca en el cuerpo de Marcela mientras que el muchacho gozaba de la lozanía de su juventud.
Durante una estación de cosecha Anselmo no pudo dejar de mirar a Micaela. e insistió en que ella fuese la que recogiera las papas que él iba desenterrando.
Unos días después cuando Marcela extendió la manta y sacó el charqui, la tunta, la papa y mezcló el chaco con un poco de agua. Anselmo estaba cabizbajo pensativo sin querer probar bocado.
-Marcela, tú siempre serás alguien muy especial en mi vida, pero, yo he pensado que debo de seguir mi camino.
-Recuerda, yo soy tu mamá y tú eres mi hijo.
-Me apena decirte esto pero la Micaela me gusta, quiero pedirla en sirvinacuy; quiero empezar una familia. Me gustaría tener hijos y tú no puedes tenerlos.
Marcela entendió que Anselmo quería un hogar, deseaba un hijo que ella no le había podido dar. Entendió que era el momento de actuar como una madre comprensiva y no como la mujer despechada. No quería perderlo. Nunca lo había visto así, tan enamorado.
-El próximo domingo iremos a pedir a la Micaela. Llevaremos unas libras de hojas coca y una caja de cerveza y tú escoge un becerrito y una ovejita que les ofreceremos a sus padres. Diremos que deseamos s respetar las costumbres de nuestros ancestros y ella tendrá que venir vivir con nosotros.
Marcela y Anselmo fueron a pedir la mano de Micaela tal como habían planeado. A Micaela también le gustaba el Anselmo y aceptó el compromiso.
Los jóvenes se amaban, congeniaban y comprendían. Después de unas semanas Micaela anunció que estaba esperando un hijo. Anselmo desde ese momento parecía caminar en las nubes y se esmeraba en cuidar y mimar a la futura madre de su hijo.
Faltando poco para que naciera el bebé Marcela anunció que necesitaban vender algunos de los productos de su cosecha para poder adquirir lo que necesitaban para el bebé. Anselmo debería ir solo al mercado.
El domingo indicado, después de almorzar muy temprano, Marcela se encargó de preparar el coccahue para Anselmo, mientras que la pareja colocaba las cargas sobre las llamas y los burros entre bromas y juegos.
-No tardaré mucho -dijo Anselmo y salió arreando los animales; lo vieron perderse en el horizonte.
Micaela se fue a pastear el ganado y al regresar, escuchó que Marcela la llamaba al dormitorio.
- Micaela, hija te necesito, ven.
Cuando Micaela entró en el cuarto, Marcela comenzó a golpearla con una pala.
- Mala mujer, me has quitado mi marido, eres una mujer fácil.-le gritaba. Micaela por su avanzado estado de gravidez no podía defenderse ni correr de su atacante y pronto quedó inconsciente.
Marcela no paró hasta asegurarse de que estaba muerta.
Con la misma pala empezó a cavar una fosa cerca de los pies de la cama hecha de piedras y barro al estilo de los ancestros. La tarea era ardua, la fosa debía ser profunda o los perros desenterrarían el cuerpo.
Cuando estuvo satisfecha de la profundidad del hoyo comenzó a arrastrar el cuerpo de Micaela; estaba tan absorta en su labor que no vio llegar a Anselmo el que dio un grito de dolor y, sollozante corrió abrazar el cuerpo de Micaela.
-¡Qué has hecho con mi Micaela!
-Ella me robó mi marido- contestó Marcela con toda frialdad.
-No puedo denunciarte, tú me has ayudado cuando yo no tenía a nadie- sollozaba Anselmo viendo que no podía devolverle la vida a su amada. Resignado ayudó a enterrarla.
Con el paso de los días el dolor de la perdida fue disminuyendo y reanudó su relación de pareja con Marcela. Para explicar la ausencia de la joven esposa dejaron correr el rumor de que Micaela se había escapado a Bolivia con un amante.
Anselmo volvió a fijarse en Juanita otra joven muchacha a la que pidieron en sirvinacuy. Juanita y Anselmo no congeniaron y pronto comenzaron a discutir. Anselmo se cansó de las peleas y las discusiones y pidió ayuda a Marcela para solucionar esta situación.
Anselmo se escondió en el dormitorio y Marcela llamó a Juanita al cuarto. Cuando Juanita entró, Anselmo la golpeó en la cabeza y ambos continuaron golpeándola hasta asegurarse de que estaba sin vida; esperaron la noche para enterrarla en el corral, así los vecinos cercanos no los podrían ver mientras cavaban la fosa.
Llegaron unos años de sequía y los miembros del ayllu comenzaron a sentir los estragos de la escasez de sus cosechas. Los curacas se juntaron y preguntaron a las hojas coca, a los anchanchos la razón de la sequía. La respuesta fue que un miembro del grupo había cometido varios crímenes que no habían sido castigados por la ley de los hombres. Fueron descartando uno por uno todos los integrantes del ayllu hasta llegar a Marcela y Anselmo; les pareció insólita la cantidad de esposas que él había tenido en sirvinacuy y que habían desaparecido sin ningún rastro.
La explicación que ambos daban ya no les parecía aceptable y nadie se acordaba haber visto por sus tierras a hombres extraños en camino hacia Bolivia.
Los curacas pidieron una investigación legal. Al excavar los terrenos de la propiedad de Marcela se encontraron veinte cuerpos en diferentes estados de descomposición.
Marcela durante el juicio insistía entre sollozos que ella era la única culpable y que Anselmo era inocente de todo y suplicaba compasión para su hijo adoptivo.
-Esa mujer es la que ha hecho todo, yo no sé nada de lo que pasó a esas mujeres. Esa vieja es celosa y no quiere que me vaya. Yo no sé nada -insistía Anselmo sin inmutarse.
Se le pidió a Marcela, una frágil y delgada anciana que jalara un costal de papas con el peso equivalente a un cadáver y no pudo moverlo del sitio.
-¿Qué haces cuando quieres mover un bulto como ese? tú no puedes moverlo- le preguntó el Fiscal
-Yo tengo que llamar a mi hijo para que lo mueva- respondió Marcela.
Marcela y Anselmo fueron condenados a prisión perpetua.
Maria Fischinger
Del libro debajo del sol y la luna
viernes, 2 de enero de 2009
lunes, 22 de diciembre de 2008
Adiós
lunes, 15 de diciembre de 2008
Depresión
El silencio y abandono
permanentes compañeros del momento
ausente la luz del sol
extirpada la alegría
la risa silenciada
torrentes de lagrimas llegan.
Maria Fischinger
permanentes compañeros del momento
ausente la luz del sol
extirpada la alegría
la risa silenciada
torrentes de lagrimas llegan.
Maria Fischinger
lunes, 24 de noviembre de 2008
La oportunidad
Rosalía sonrió al mirar su imagen en el espejo. El velo de novia de su hermana Amalia le acentuaba su belleza. Si, sería una bella novia. Pensó en Juan Diego, alto, esbelto de facciones clásicas, de pelo negro ondulado. Él sería su novio, así lo había decidido el primer momento que lo conoció.
Rosalía, convenció a sus padres que ella remplazaría a su madre en la casa de Juan Diego y Amalia durante el tiempo del nacimiento del segundo hijo de la pareja. Rosalía se dedico al cuidado de pequeño Robertito, el nene mayor de la pareja y le dejo tiempo a Amalia para descansar y atender a Juan Diego. Los dos jóvenes esposos se veían tan enamorados y felices. El parto se presento mientras Juan Diego estaba en un corto viaje de negocios. Fue un parto complicado y largo, el bebé decidió sacar primero una de las manos, pero nació sano y saludable. La madre con la ayuda de la medicación administrada por el doctor quedo profundamente dormida
Rosalía vio su oportunidad, tomo una de las almohadas y se la puso sobre la cara de Amalia, la resistencia fue poca y Rosalía mantuvo la almohada hasta que se aseguro que Amalia ya no respiraba.
Rosalía salió del cuarto. Era mejor que otro descubra el cuerpo. Ella estaría en el dormitorio de los bebés, lista a llorar la muerte de su hermana y sobre todo para consolar a Juan Diego.
Maria Fischinger, Chicago @ 2008
Rosalía, convenció a sus padres que ella remplazaría a su madre en la casa de Juan Diego y Amalia durante el tiempo del nacimiento del segundo hijo de la pareja. Rosalía se dedico al cuidado de pequeño Robertito, el nene mayor de la pareja y le dejo tiempo a Amalia para descansar y atender a Juan Diego. Los dos jóvenes esposos se veían tan enamorados y felices. El parto se presento mientras Juan Diego estaba en un corto viaje de negocios. Fue un parto complicado y largo, el bebé decidió sacar primero una de las manos, pero nació sano y saludable. La madre con la ayuda de la medicación administrada por el doctor quedo profundamente dormida
Rosalía vio su oportunidad, tomo una de las almohadas y se la puso sobre la cara de Amalia, la resistencia fue poca y Rosalía mantuvo la almohada hasta que se aseguro que Amalia ya no respiraba.
Rosalía salió del cuarto. Era mejor que otro descubra el cuerpo. Ella estaría en el dormitorio de los bebés, lista a llorar la muerte de su hermana y sobre todo para consolar a Juan Diego.
Maria Fischinger, Chicago @ 2008
martes, 11 de noviembre de 2008
Voces
.........................Voces
...................sonidos fuertísimos
...........mensaje perdido en altos decibeles
..la concentración imposibilitada por el estruendo
.........................gritos
...................sonidos fuertísimos
...........mensaje perdido en altos decibeles
..la concentración imposibilitada por el estruendo
.........................gritos
jueves, 30 de octubre de 2008
Soledad - Pantoum
Vagando por las calles
evitando las sombras y los perros.
encontré la soledad desnuda
pidiendo suplicante una limosna.
Evitando las sombras y los perros,
Me acerque mientras ella estaba
pidiendo suplicante una limosna,
No deseaba compañía.
Me acerque mientras ella estaba
herida por el tiempo y la vida
no deseaba compañía
solo una limosna deseaba.
Maria Fischinger @ 2008
evitando las sombras y los perros.
encontré la soledad desnuda
pidiendo suplicante una limosna.
Evitando las sombras y los perros,
Me acerque mientras ella estaba
pidiendo suplicante una limosna,
No deseaba compañía.
Me acerque mientras ella estaba
herida por el tiempo y la vida
no deseaba compañía
solo una limosna deseaba.
Maria Fischinger @ 2008
jueves, 23 de octubre de 2008
Mujer India
Mujer India
con tu hijo en la espalda
continuas la ruta que tu abuela
emprendió.
Con paso firme caminas
por los Andes
a la vez que tus manos expertas
implusan la rueca
que baila sin parar.
La pachamama alimenta
tus sueños de libertad
y el padre Inti acaricia tu piel.
mientras tu alma vuela tan alto
como el cóndor.
Maria Fischinger
con tu hijo en la espalda
continuas la ruta que tu abuela
emprendió.
Con paso firme caminas
por los Andes
a la vez que tus manos expertas
implusan la rueca
que baila sin parar.
La pachamama alimenta
tus sueños de libertad
y el padre Inti acaricia tu piel.
mientras tu alma vuela tan alto
como el cóndor.
Maria Fischinger
domingo, 19 de octubre de 2008
Recorrido
Vestido con el pesado traje del tiempo,
recorre las calles de su barrio
persiguiendo su propio pensamiento
que vaga por esos lugares conocidos.
Su lento, inseguro y titubeante paso
denuncia que sus fuerzas lo abandonan.
Ese recorrido, !es una labor sobrehumana!.
El destino dictaminó que toda
huella de lozanía se quedara en
algún álbum de recuerdos.
Chicago@2008
recorre las calles de su barrio
persiguiendo su propio pensamiento
que vaga por esos lugares conocidos.
Su lento, inseguro y titubeante paso
denuncia que sus fuerzas lo abandonan.
Ese recorrido, !es una labor sobrehumana!.
El destino dictaminó que toda
huella de lozanía se quedara en
algún álbum de recuerdos.
Chicago@2008
viernes, 26 de septiembre de 2008
La adopción

Una foto del tiempo en que ocurrieron estos hechos. En la foto estan el
Dr. Adrian Cáceres Olazo, Maria y un sobrino.
Marcos y Maria entraron por el enorme portón plomo que daba entrada a un callejón empedrado con piedras negras y blancas que terminaba en un patio pavimentado de la misma manera.
A la derecha del Callejón estaba el estudio del abogado Driano Cáceres. Maria y Marcos se sentaron. Ella sollozaba silenciosamente y el semblante de Marcos denotaba una gran angustia.
Maria vestía una pollera negra, blusa blanca sobre la que llevaba un saco negro con mangas amplias recogidos en los puños. Una manta larga cubría su abundante cabellera peinada en dos sendas largas trenzas. Sobre de la manta tenia puesto un sombrero negro de estilo bombin.
Marcos vestía de un terno negro, una camisa blanca y un sombrero negro y ambos calzaban ojotas hechas de jebe de llantas de carro. Toda la vestimenta era de confección casera y denunciaba que eran comuneros o gente que vivía en ayllu, una organización heredada de los ancestros.
Cuando Dr. Driano Cáceres salió a recibirlos y Marcos le informo que su hija Jesusa de doce años estaba en el hospital desahuciada y que los doctores les habían dicho que lo único que quedaba era hacerle placentero los últimos días de la muchacha.
Marcos y Maria suplicaban a Driano para que recibiera a Jesusa en su casa y que él tratara de curarla.
- Recuerden que soy abogado y no médico, repitió varias veces Driano.
Marcos y María insistían en sus suplicas. Estaban desesperados los médicos del hospital les habían explicado que la septicemia se había generalizado. La infección había destruido el funcionamiento del ojo y el oído derecho. Los pobres padres solo tenían una sola esperanza...Driano. Marcos se arrodillo ante Driano y suplico.
- Papacituy, tú eres nuestra única esperanza.
- Uds. están esperando mucho, respondió Driano, mientras sus ojos se fueron llenando de lágrimas.
-Vamos al hospital, dijo Driano, después de dar ordenes de que se desinfectara el comedor de fiestas y se armara allí una cama.
En el hospital los médicos le dijeron a Driano que los padres se habían descuidado y era demaciado tarde, solo faltaba esperar el desenlace.
Una ambulancia trasladó a la niña a la casa de Driano.
La carita redonda y agraciada de Jesusa estaba deformada, la fiebre la hacia delirar. La pobre niña entraba y salía de la inconsciencia.
La septicemia era causa de una extracción de muela hecha por un curandero y de Jesusa no haber seguido las instrucciones de no masticar sólidos por un tiempo.
Un anunció por la radio convocó una junta de médicos en la casa de Driano a la que casi todos los médicos de la ciudad de Puno asistieron. Se discutió el caso y busco el mejor tratamiento para salvar la vida de la niña. El médico de la familia, el Dr. Luis Torres se haría cargo del caso.

Felicitas, una de las hijas de Driano seria la enfermera ayudada por las demás hijas.
Las medicinas se le aplicaban por medio de suero.
Después de unos días la fiebre fue bajando, la infección fue controlada, pero Jesusa llevaría toda la vida las cicatrices de la terrible infección.
Marcos y María dejaron a Jesusa como sirvienta por un año en la casa de Driano, ese seria el pago por la curación. Driano le pidió a su hija Maruja que tratara de ganarse el cariño de Jesusa y que le enseñara a leer.
La tarea no fue fácil. Maruja estaba en ese momento fascinada por los Miserables de Víctor Hugo y empezó a leerlos en voz alta a Jesusa.
-Y.. ¿Qué es eso?
Pregunto confundida Jesusa.
La barrera del idioma se interpuso. Maruja no hablaba aymará y Jesusa hablaba muy poco el Castellano.
Jesusa odiaba la luz eléctrica que según ella rompía el balance entre el día-tiempo de trabajar y la noche- tiempo de descansar y conversar.
Detestaba también la música de la radio que destruía el silencio.
- Mira como han arruinado el río, lamento Jesusa al ver que el agua salia del caño.
Al cumplirse el año, Driano expreso a los padres de Jesusa su deseo de adoptarla pero solo si ella también lo deseaba. Jesusa se puso a llorar.
-Me siento como un ratón en una caja de fósforos. Me gusta salir al campo ver la línea del horizonte y sentir que el viento me acaricia mi rostro, solo así me siento libre como los pájaros. Ir al rió y recoger agua viendo a cada instante a la creación del Tata Dios. Todo su semblante reflejaba que se sentía como un pez fuera de agua.
Jesusa regresaría a vivir con sus padres e invito a Maruja a pasar con ellos una temporada en su casa..
El caserío de Marcos y Maria constaba de tres cuartos construidos a la usanza de sus ancestros. Carecía de agua potable y de todas las demás facilidades de la vida moderna.
-Niña Maruja, vamos a recoger agua, Jesusa invito alegremente.
La fría amarillenta puna se extendía por el horizonte bajo un azul intenso. Se podía escuchar el canto de las aves y a lo lejos ver los picos de los andes. Un rió no muy ancho pasaba por delante del caserío y allí las dos niñas fueron a recoger agua en dos tachos de lata.
El sol era el despertador y la comida principal por la mañana, cada miembro llevaba su fiambre para el mediodía.
- Hoy llevaremos las ovejas a la pampa, anunció Jesusa
Jesusa estaba en control de la situación.
- Al sacar las ovejas del corral hay que contarlas, le explicó a Maruja.
Sacaron las ovejas y se dirigieron a la pampa.
Allí corrieron por entre la paja brava y buscaron dulces zancayos.
El semblante de Jesusa reflejaba seguridad y alegría.
Mirando al sol y la sombra que formaba Jesusa sentenció.
- Son las tres de la tarde y pronto tendremos que juntar las ovejas para arrearlas al corral.
La familia se volvía a reunir durante el crepúsculo. Todos se sentaban en un círculo alrededor de la manta donde Maria ponía la comida. Marcos contaban cuentos referentes a sus ancestros. Jesusa gozaba pidiendo a su padre que volviera a contar la misma historia una y otra vez. Y la adopción fue permanente Maruja viajó por el mundo pero una parte de su alma siempre sera Aymara.
* Una foto reciente del Dr. Luis Torres D. y su esposa.
Maria Fischinger @ 2004
Los violines de Lima , huayno anonimo - Girasol
domingo, 14 de septiembre de 2008
¡Nada - todo!

¡Nada!
Un sorbo de tiempo,
un fantasma recurrente,
una palabra,
una melodía
¡Todo!
Iluminado como por el sol de la tarde,
adornado con la risa de un niño,
detenida en la telaraña del laberinto
oscuro, sin esperanza,
borrando todo rastro del pasado.
Terminada la batalla.
La vida renace y florece al igual que los cerezos.
Madura como espiga dorada ondulante al viento.
Tañen los corazones, pulsante arena en una playa infinita.
¡Todo!
Al final...
silencio y...
¡Nada!
Maria Fischinger @ Bled, 2008
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