Encontré en  mis  bolsillos 
retazos de sonrisas y lágrimas,  
 huellas de mi niñez. 
Revise los trazos  y comprobé  
increíbles  traiciones,  
abundantes maltratos, 
 mucha falta de amor maternal. 
En el centro brillaba  el amor paterno,
un amor que infundía seguridad,  
fortificaba la esperanza 
y  derrochaba  caridad. 
Ese amor lavo el desamor,  
neutralizo la traición 
y me  lleno de dulce paz  . 
Tire del hilo  que unía los pedazos  
 y me encontré  que procedía  de Jesús y  de María. 
Mire a mi alrededor y comprobé  
que yo había  bloqueado  ese amor  
con  toda clase de efectos mundanos, 
de comodidades superfluas ,  
metas y  logros pasajeros,
Nuevamente abrí la puerta  a Jesús y  María  
y en sus manos asegure   
mi paz. 
Maria  Fischinger 

 
 
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