domingo, 23 de mayo de 2010

Promesas
























¡Cuánto le debía! Era admirable la facilidad con la que me abrió senderos y ofreció toda su habilidad para descubrir todo lo que deseaba. ¡Cuantos años habíamos compartido! Y yo no lo conocía, solo lo podía hablar de él superficialmente. ¿Qué movía su cerebro? ¿Que lo hacía funcionar? No, conocía absolutamente nada de él. Me prometí cambiar esta situación inmediatamente. ¡Habíamos compartido tantas horas de intimidad! Con manos temblorosas abrí la caja para dejar al descubierto el hardware y comencé a leer todo lo que puede encontrar sobre ordenadores.



Maria Fischinger

No hay comentarios: