jueves, 17 de enero de 2008

Una escena fatal

Tenia que preparar el escenario con cuidado. Después de todo el viejo no era nada tonto. Se había dado cuenta de su avanzado estado de gravidez a pesar de que había tomado cuidado en vestirse con ropa holgada y guardado cama fingiendo sentirse mal.
Hacia un año que Alfonso, el hombre más rico de la ciudad, le hizo
una extraña propuesta matrimonial a Lucrecia,una bella madre soltera
de dos hijos, al mismo tiempo que le entregaba las llaves de su casa
y el control de una parte de sus bienes.
- Durante un año estaremos separados y probaremos nuestra fidelidad.
Después nos casaremos.
Lucrecia vio que el dinero le ofrecía muchas oportunidades
entre ella el seguir a Fausto, el cantante que era padre de sus
hijos y ahora otra nueva vida palpitaba en su abultado vientre.
Terminado el plazo Alfonso regreso a su casa, al darse cuenta del
estado de Lucrecia decidió:
- Te doy tres días para que salgas de mi casa, llévate lo que desees
pero no quiero volver a verte.
- ¡Muerta, saldré muerta de esta casa, muerta! refutó,
Lucrecia.
-¡Tres días!... repitió Alfonso con firmeza mientras se alejaba.
Esta es mi casa, no lo olvides… y se fue.
Lucrecia llamó a su hijo menor, Renecito un niño de siete años.
- Anda a comprar veneno para ratas, pero antes busca a Alfonso
avísale que estoy desesperada, dile que piensas que tu madre está
en muy malas condiciones y que te ha mandado a comprar veneno. Si te
pregunta si te mande a buscarlo, le dices que no. La cara de
Lucrecia se contorsiono en una mueca y rompió a llorar a gritos:
-¡Muerta, muerta saldré muerta de esta casa… muerta!
Renecito asustado estalló en llanto y corrió a cumplir el encargo
de su mamá. El niño era el perfecto mensajero, Alfonso lo trataba
como a un hijo.
Lucrecia comenzó a recorrer la casa repitiendo:
-¡Muerta, saldré muerta de esta casa, muerta… muerta!
En uno de los patios recogió una cuerda que estaba tirada. Escogió
la viga más cercana a la puerta y amarro en ella la cuerda y puso
una silla debajo. Era su última carta, la jugaría con mucho esmero. Se paró encima de la silla y aguardo.
Tan pronto que escucho pasos y notó que la puerta se abría, Lucrecia pateó la silla.
-No lo pude alcanzar el viejo estaba ya en el tren para Arequipa, dijo Renecito, al entrar al cuarto y al ver a su madre luchando por su vida, corrió a colgarse de las piernas llorando, mamita…mamacita.

Maria Fischinger @2007

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