
Miles de lengüetas recorriendo cada palmo de piel
Dedos descubriendo cada montículo y valle,
amantes abrazos acariciando ligeramente el cuerpo
y relajando el alma.
Olas de blanca espuma formándose y desvaneciéndose.
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¡Gracias a Dios por un Jacuzzi!
Maria Fischinger@ Bled, 2008
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