"Y tu piel ajada
compañera
de un alma quejumbrosa
ahuyenta la poesía"
María Fischinger
Lo intenté.
Dibujé soles y lunas
para tus ojos.
Atrapé el aire en mis manos
para que sólo tu
pudieses respirarlo.
Inmolé rocíos
en hogueras de llanto
para no molestar tu paz.
Y sin embargo...
tu alma no supo apreciar
el tesoro obsequiado,
no pudo o no quiso
valorar lo dado.
Y caí en la cuenta
que tuya no era la culpa
sino mía
por pedir que la árida tierra
frutos me diera.
Liliana Varela
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