Me golpeo inesperadamente fuerte y no pude evitarlo y el olor a putrefacción que me envolvió al llegar cerca al cadáver que yacía en medio de la calle. Le mire la cara y solté un grito.
Esa nariz,
esos labios,
eran los mismos que siempre vi en los espejos.
Maria Fischinger
Chicago 2010